La Parda Maria: Madre de la Patria
La negra extiende la mano, la palma blanca brilla, la luna le ayuda a que se note en la oscuridad, en la calle apenas se extiende la luz tímida de un farol opaco.
No ha vendido los pasteles suficientes para calmar el hambre, como último recurso apela a la misericordia de los transeúntes. La conocen como la “loca” porque cuenta historias sobre batallas y hazañas desopilantes.
La noche esta fría, se acurruca en el pórtico de la iglesia de la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo), Juan José Viamonte , diputado de la Junta de Representantes la reconoce , había sido su compañero en la Campaña al Alto Perú. Es ella, no hay dudas.
María Remedios del Valle ha nacido mujer y negra, y el siglo XVIII no le deparara otro destino que el trabajo duro y la deshumanización por su condición. Pero luego de las luchas por la Independencia se formara un Batallón de Castas, con la distinción del “Batallón de pardos y negros” compuesto por mulatos libres y negros libertos. Carga una herencia porfiada que no la dejara conformarse con ser esclava y tampoco mujer. Se alistara en el Batallón junto a su esposo y dos hijos, el primero natural el segundo adoptado.
En el campo de batalla la llamaban “La Capitana” por su valor y porque el mismo Manuel Belgrano le prohibiría ir al frente y la condecoraría por haberlo desafiado, María Remedios asistió a los hombres en la lucha para defender lo que ella también consideraba su Patria.
Su mejor apelativo fue “Madre de la Patria”, a pesar de haber perdido en combate a su esposo y dos hijos, curo y protegió como una leona a sus camaradas, en El Desaguadero, Salta, Huaqui, Vilcapugio y Ayohuma donde cayó herida y fue detenida por el enemigo.
Durante su cautiverio contribuyo con el plan de escape de los soldados prisioneros y por ese motivo fue azotada durante nueve días seguidos. Finalmente pudo escapar de las tropas realistas.
El olvido voluntario de la Argentina “blanca” hizo que se la desterrara a la miseria. Pero el destino le daría una nueva oportunidad al cruzarse con el general Viamonte esa fría noche de invierno. Moverá cielo y tierra para que la parda María sea reconocida como una heroína de la Patria. Y en 1829 es ascendida a Sargento Mayor, su titulo era más que su pensión, apenas 30 pesos mensuales en una ciudad donde la carne costaba 2 pesos.
Cuando Juan Manuel de Rosas se entera de su entrega incondicional en 1835 la incorpora al Ejército y le pide que si ella está dispuesta lleve su apellido como agradecimiento a su dedicación y lealtad. Desde ese día la “parda María” se llamara María Remedios del Valle Rosas.
Pero la historia no pudo darle justicia y murió sola, desamparada un día de 1847, sola y pobre…. Pobre como había nacido. Se fue sin nada, porque todo lo había dejado en el campo de batalla.
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